viernes, 19 de octubre de 2007

Algo en la mochila.

Hay muchas personas que sostienen que cuando un bebé nace no trae nada en la mochila. Sinceramente, la lógica me dice que así es. Pero... y qué hay de esos "dejá vu" famosos. Algunos creen que realmente disponemos de una memoria traída de sabe Dios dónde. Habilidades desconocidas, gustos predeterminados. ¿Y que me decís de esa gente que pareces conocer? Alguien te presenta a alguien y no puedes evitar pensar que ya le conoces, que su cara te es desconocida, pero que esa persona es familiar para ti. Como si hubiera formado parte de tu vida antes (en otra anterior quizá). Sería maravilloso creer en otras vidas, la pena es no conservar una memoria consciente de ello.

En la India lo tienen claro. Algo he leído sobre el Dios Shiva y su historia es bonita. Seguramente nunca os habéis fijado en la figura que habréis visto muchas veces. Shiva (también llamado "el destructor") no es ni hombre ni mujer o, mejor dicho en algunas partes de la India es un hombre y en otras una mujer aunque la versión más extendida es que es un varón. Se le llama el destructor no por ser un mal dios, sino todo lo contrario. Este dios representa el paso a la siguiente vida, acompaña al moribundo con su danza de la muerte. Observad que tiene a su alrededor un círculo: es un círculo de fuego y representa la forma en que el dios shiva quema lo malo de la vida que vas a dejar. Si veis a sus pies hay un enano, que representa todos tus defectos, y al que sujeta para que no cruce la línea contigo. En una de sus cuatro manos sostiene un tambor que representa la creación y en la otra una llama, la llama de la destrucción y seis mechones de pelo salen de cada lado de su cabeza rozando también el purificador fuego. La postura es un baile y representa la armonía en su perfección. También de su cintura surge en algunos casos un cinturón y en otros una enorme cobra, que también arde en el círculo de fuego.
Shiva vivía con su familia (a saber: su hijo Ganesh, su hija Skanda y su esposa Kali) en el monte Kailasa. A su hijo Ganesh, dice la leyenda, que su padre le confundió con alguien que flirteaba con su esposa y le cortó la cabeza. Ella, indignada le ordenó revivirlo inmediatamente y como un elefante pasaba por allí, le puso la cabeza de éste a su hijo y lo resucitó. Seguro que lo habéis visto alguna vez, es una hermosa figura.

Es interesantísimo como culturas tan antiguas como la hindú rinden culto a la muerte asumiendo que el paso a la siguiente es un escalón más para llegar a lo que en la religión católica llamamos el paraíso. Ellos suponen que en cada vida superas obstáculos, que se suponen te hacen más sabios (si los resuelves con acierto).
Yo me pregunto, esos niñitos que mueren apenas nacieron... quizá vinieron solo a cumplir una misioncita ya que son casi perfectos. ¿No os habeis fijado que estos niños hacen gala de una serenidad frente a la muerte abrumadora? Ver como un chiquitín de 4 o 5 años con cáncer a punto de morir consuela a sus padres es impresionante. Son siempre niños especiales dotados de una sensibilidad extraordinaria. Tal vez ellos ya tocan el cielo, o la eternidad, o como lo queramos llamar con la punta de sus dedos...
Seá un consuelo pensar que todas las cosas malas que hemos de pasar en nuestra vida son pruebas a superar. Si lo hacemos con éxito, es posible que estemos más cerca de la eternidad.

Claro que... siguiendo esta teoría, los seres humanos que pasan por la vida con toda clase de lujos y sin grandes problemas que resolver... ¿qué son? Diamantes en bruto que aún no han empezado a enriquecerse o seres al límite de la perfección que vienen a pasar el último trámite para el tranvía final. Me inclino por lo último, no quiero imaginar que si Bill Gates es un diamante en bruto ahora, ¿que sería en su última vida?

En fin... espero vuestras opiniones.
Un saludo desde la oscuridad

1 comentario:

Anónimo dijo...

no discutire yo se que vengo de lejos y se que no quiero volver un veso amiga