sábado, 24 de noviembre de 2007

El diablo se esconde tras los ojos.


Tener la facultad de poder ver detrás de los ojos de las personas tiene sus ventajas... y sus inconvenientes.
A veces el diablo que algunas personas llevan dentro está dormido durante años. A veces siempre. Cuando de repente (por alguna circunstancia casual) un día pones en un callejón sin salida a una persona, a la que crees conocer a la perfección y se despierta el "bicho". Os aseguro que no hay sensación más desasosegante en el mundo. Miras esa cara que conoces y los ojos no son sus ojos de siempre. Alguien te mira desde lo más profundo de ese ser y comprendes que ha salido por tí. Que te amenaza, te avisa "no vuelvas a acorralarme o iré a por tí". En un simple parpadeo vuelve el de siempre, pero tu sabes ahora cómo es. Se desnudó solo para tí, solo para que tu lo sepas y estés avisado.
No se si alguien más ha sentido algo así.

Luego hay personas que el mal está constantemente tras sus ojos. Son esos ojos (no importa el color) como un pozo profundo. Tan oscuro y tan profundo que si tirases una piedra no escucharías nunca su golpe contra lo que quiera que haya al final. Esos seres perversos que todos nos hemos encontrado alguna vez en la vida.
Y luego, esos ojos limpios, casi como el cristal, transparentes. Puedes casi ver a su través.
Mira estos ojos. Tan iguales, tan distintos... ¿A que te inspiran cosas totalmente
distintas unas de otras?







Es curioso que todos
(los medios de comunicación y la policía en especial) sabemos que tapando los ojos con una banda negra, esa persona es irreconocible. Realmente los ojos son todo en la cara de una persona. Por eso, sin darnos cuenta buscamos la mirada, para que nos informe del ser que, desde dentro nos escucha. Y no falla, siempre se ve algo detrás.

El problema es saber cuando saldrá el "bicho". Si saldrá, tal vez, en alguien cercano o, en el peor de los casos, notarás el calor cuando se acerque, sigilosamente, por detrás de tus pupilas.
Un saludo desde la oscuridad.

jueves, 8 de noviembre de 2007

Leyendas urbanas


Denominamos como leyendas urbanas historias fantasmales o "raras" que se generalizan en el entorno de un país, región y, a veces, a nivel mundial. Es un fenómeno que ocurre, vamos a pensar que por una especie de histeria colectiva. Sucesos que se repiten con diferentes personas en lugares cercanos a un punto determinado. Estos sucesos tienen en común hechos inexplicables por el propio protagonista (al que normalmente se le tacha de "loco" "lunático" etc. salvo cuando son muchos los que han vivido esa misma situación y la historia se repite en el tiempo... A esto denominamos "leyendas urbanas".
Algunas de estas leyendas son muy conocidas por todos. Por ejemplo "la mujer de la curva", los fantasmas del palacio de Linares o los fenómenos extraños que ocurren el piso de arriba de muchos vecinos de fincas urbanas (ruidos de monedas cayendo o bolas que ruedan en la noche).
También he podido comprobar que este fenómeno ocurre en muchos países del mundo, no solo en España. En lugares de centro América y Sudámerica se repiten constantemente leyendas que recorren los países como la pólvora, se reproducen y extienden como una gran masa de humo.
En cuanto a la historia de "la mujer de la curva", creo que es la más conocida en España y voy a pasar a relatarla. Es posible que lectores de este blog de otros países del mundo hayan sido también protagonistas de algo parecido y tengamos la sorpresa de comprobar que la leyenda en cuestión se ex
tiende más allá del Atlántico.

Imaginemos una carretera de ambos sentidos. Es una carretera poco iluminada, algo tortuosa, ya que se trata de un puerto de montaña (es la zona conocida como "la cruz verde" en la sierra de Madrid). Un matrimonio conduce de noche, pongamos un sábado de vuelta de casa de sus hijos.
Van com
entando sus cosas, cuando de repente, a lo lejos, los faros del coche alumbran la silueta de una mujer vestida de blanco al borde de la carretera. Se trata de una mujer de aspecto frágil, joven y parece aterida de frío. La mujer le dice al esposo que pare unos metros más adelante, ya que al pasar junto a ella le ha parecido enferma y desorientada.
El hombre frena el coche suavemente y al meter la marcha atrás, las luces blancas de los faros traseros aún le hacen más pálida.
La mujer baja su ventanilla y, sacando la cabeza le pregunta si se encuentra bien, si quiere que le lleven a alguna parte. La muchacha, que parece aliviada, se asoma y,
dando las gracias abre la puerta trasera del automovil y se sienta en el centro del asiento de atrás.
El hombre le dice que van a Madrid y ella sonríe levemente. La mujer le presta una manta de viaje para que se abrige que acepta tímidamente.
El viaje trascurre casi sin palabras, el conductor la observa por el retrovisor de vez en cuando. Debe estar enferma. Es pálida como el mármol.
Cuando la carretera comienza a serpentear, terminando de bajar el puerto de montaña, de repente la joven comienza a asustarse y advierte al matrimonio que esta carretera es muy peligrosa, que conduzcan con mucha precaución. Ellos intentan tranquilizarle. "hemos hecho este camino muchas veces, no te preocupes", pero ella insiste, "¡por favor cuidado con la curva siguiente, es muy peligrosa! ¡Cuidado!
El hombre, de repente esquiva un trozo de rama que había en la calzada y al mirar por el espejo retrovisor, queda perplejo. ¡La chica no está! Asustado advierte a su
mujer que se gira inmediatamente y es cierto, en el asiento solo queda la manta de viaje que le prestó hace unos pocos kilómetros.
"Pero... ¡Dónde está! ¿Cuando se ha bajado del coche? El frenazo se hace inevitable. Ambos bajan del coche y recorren a pie los metros recorridos. Nada, ni rastro de la mujer.
Muy asustados, unos pocos kilómetros más adelante encuentran un puesto de la guardia civil y comienzan a contarles, atropelladamente, lo ocurrido. Para su asombro, el policía les observa con gesto burlón, a lo que el hombre le pregunta el por qué de su actitud. "Mire, dice el policía: "era una mujer joven, pálida, que parecía perdida al borde de la calzada y, en un momento dado le advierte de una curva muy peligrosa... (el tono de
l policía parecía aburrido).
"pero, cómo sabe todo eso? le pregunta asombrado y un poco confuso con la actitud del guardia civil.
Parando sus palabras con la mano el policía continuó: " y justo cuando pasan la curva la chica, va y desaparece, ¿A que si?
El matrimonio, boquiabierto asiente con la cabeza al unísono.
Verán, es una historia curiosa, tenemos en comisaría decenas de denuncias igual a la suya. Cuando el número de ellas me llamó la atención, busqué las incidencias de ese tramo de carretera y... ¡Oh! sorpresa, en esa misma curva murió una chica como la descrita por ustedes hace algunos años en un terrible accidente...


Imagino que historias como esta hay muchas por todo el mundo. Desde luego en España se ha convertido en una leyenda recurrente desde hace más de treinta años.
En otra ocasión abordaremos los demás misterios que se esconden el lo mas profundo de nuestra mente o tal vez en la inmensidad del más allá...
Un saludo desde la oscuridad.